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Hechos de los Apóstoles 15:1–30

El problema de los judaizantes

Y algunos descendieron de Judea y enseñaban a los hermanosa: Si no os circuncidáisb conforme al rito de Moisésc, no podéis ser salvosd.

2 Como Pablo y Bernabé tuvieran gran1 disensión y debatea con ellos, los hermanos determinaron2 que Pablo y Bernabé, y algunos otros de ellos subieran a Jerusalénb a los apóstoles y a los ancianosc para tratar esta cuestión.

3 Así que, siendo enviados por la iglesiaa, pasaron por Feniciab y Samaria, relatando detalladamente la conversión de los gentilesc, y causaban gran gozo a todos los hermanosd.

4 Cuando llegaron a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y los ancianosa, e informaron de todo lo que Dios había hecho con ellosb.

5 Pero algunos de la sectaa de los fariseosb que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlosc y mandarles que guarden la ley de Moisés.

El concilio de Jerusalén

6 Entonces los apóstoles y los ancianosa se reunieron para considerar1 este asunto2.

7 Y después de mucho debatea, Pedro se levantó y les dijo: Hermanos1, vosotros sabéis que en los primeros días2 Dios escogió de entre vosotros que por mi boca los gentiles oyeran la palabra del evangeliob y creyeranc.

8 Y Dios, que conoce el corazóna, les dio testimonio dándoles el Espíritu Santo, así como también nos lo dio a nosotrosb;

9 y ninguna distinción hizo entre nosotros y ellosa, purificando por la fe sus corazonesb.

10 Ahora pues, ¿por qué tentáis a Diosa poniendo sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevarb?

11 Creemos más bien que somos salvos por la gracia del Señor Jesúsa, de la misma manera que ellos también lo son.

12 Toda la multitud hizo silencio, y escuchaban a Bernabé y a Pablo, que relataban las señales1 y prodigiosa que Dios había hecho entre los gentiles por medio de ellosb.

13 Cuando terminaron de hablar, Jacobo1a respondió, diciendo: Escuchadme, hermanos.

14 Simón1a ha relatado cómo Dios al principio tuvo a bien2 tomar de entre los gentiles un pueblo para su nombre.

15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetasa, tal como está escrito:

16 aDespués de esto volveréb,

y reedificaré el tabernáculo1 de David que ha caído.

Y reedificaré sus ruinas,

y lo levantaré de nuevo,

17 para que el resto de los hombres busque al Señora,

y todos los gentiles1 que son llamados por mi nombre2b,

18 dice el Señora, que hace saber todo esto1 desde tiempos antiguosb.

19 Por tanto, yo juzgo que no molestemosa a los que de entre los gentiles se convierten a Dios,

20 sino que les escribamos que se abstengan de cosas contaminadas1 por los ídolosa, de fornicación, de lo estrangulado y de sangreb.

21 Porque Moisés desde generaciones antiguas tiene en cada ciudad quienes lo prediquen, pues todos los días de reposo es leídoa en las sinagogas.

La carta del concilio a los gentiles

22 Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianosa, con toda la iglesia, escoger de entre ellos algunos hombres para enviarlos a Antioquíab con Pablo y Bernabé: a Judas, llamado Barsabás, y a Silasc, hombres prominentes entre los hermanosd,

23 y enviaron esta carta con ellos1:

Los apóstoles, y los hermanos que son ancianos2a, a los hermanosb en Antioquíac, Siriad y Ciliciae que son de los gentiles, saludosf.

24 Puesto que hemos oído que algunos de entre nosotros, a quienes no autorizamos, os han inquietadoa con sus palabrasb, perturbando vuestras almas,

25 nos pareció biena, habiendo llegado a un común acuerdo1, escoger algunos hombres para enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo,

26 hombres que han arriesgado1 su vidaa por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

27 Por tanto, hemos enviado a Judas y a Silasa, quienes también os informarán las mismas cosas verbalmente1.

28 Porque pareció biena al Espíritu Santob y a nosotrosc no imponeros mayor carga que estas cosas esenciales:

29 que os abstengáis de cosas sacrificadas a los ídolos, de sangre, de lo estrangulado y de fornicacióna. Si os guardáis de tales cosas1, bien haréis. Pasadlo bien.

Judas y Silas en Antioquía

30 Así que ellos, después de ser despedidos, descendieron a Antioquíaa; y reuniendo a la congregación1, entregaron la carta;

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