Hechos de los Apóstoles 2:24–31
24 a quien Dios resucitóa, poniendo fin a la agonía1 de la muerte, puesto que no era posible que Él quedara bajo el dominio de ellab.
aVeía siempre al Señor en mi presencia;
pues está a mi diestra para que yo no sea conmovido.
26 Por lo cual mi corazón se alegró y mi lengua se regocijó;
y aun hasta mi carne descansará en esperanza;
27 pues tu no abandonarás mi alma en el Hades1a,
ni permitirás2 que tu Santo vea corrupciónb.
28 Me has hecho conocer los caminos de la vida;
me llenarás de gozo con tu presencia.
29 Hermanos1, del patriarcaa David os puedo decir confiadamente que murió y fue sepultadob, y su sepulcroc está entre nosotros hasta el día de hoy.
30 Pero siendo profetaa, y sabiendo que Dios le había jurado sentar a uno de sus descendientes1 en su tronob,
31 miró hacia el futuro y habló de la resurrección de Cristo1, que ni fue abandonado en el Hades2, ni su carne sufrió3 corrupcióna.