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Hebreos 7:14–28

14 Porque es evidente que nuestro Señor descendió1 de Judáa, una tribu de la cual Moisés no dijo nada tocante a sacerdotes.

15 Y esto es aún más evidente, si a semejanza de Melquisedec se levanta otro sacerdote,

16 que ha llegado a serlo, no sobre la base de una ley de requisitos físicosa, sino según el poder de una vida indestructibleb.

17 Pues de Él se da testimonio:

Tú eres sacerdote para siempre

según el orden de Melquisedeca.

18 Porque ciertamente, queda anulado el mandamiento anterior por ser débil e inútila

19 (pues la ley nada hizo perfectoa), y se introduce una mejor esperanzab, mediante la cual nos acercamos a Diosc.

20 Y por cuanto no fue sin juramento,

21 pues en verdad ellos llegaron a ser sacerdotes sin juramento, pero Él por un juramento del que le dijo:

El Señor ha jurado

y no cambiará1a:

«Tú eres sacerdote para siempre2b»,

22 por eso, Jesús ha venido a ser fiador1a de un mejor pactob.

23 Los sacerdotes anteriores eran más numerosos porque la muerte les impedía continuar,

24 pero Él conserva su sacerdocio inmutable1 puesto que permanece para siemprea.

25 Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre1a a los que por medio de Él se acercan a Diosb, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellosc.

26 Porque convenía que tuviéramos tal Sumo Sacerdotea: santob, inocentec, inmaculado, apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielosd,

27 que no necesita, como aquellos sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios diariamentea, primero por sus propios pecados y después por los pecados del pueblob; porque esto lo hizo una vez para siemprec, cuando se ofreció a sí mismod.

28 Porque la ley designa como sumos sacerdotes a hombres débilesa, pero la palabra del juramento, que vino después de la ley, designa al Hijob, hecho perfecto para siemprec.

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