Cargando…

1 Tesalonicenses 1–4

Capitulo 1

Saludo

Pabloa, Silvanob y Timoteoc, a la iglesia de los tesalonicensesd en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia a vosotros y paze.

Fe y ejemplo de los tesalonicenses

2 Siempre damos gracias a Dios por todos vosotrosa, haciendo mención de vosotros en nuestras oracionesb;

3 teniendo presente sin cesar delante de nuestro Dios y Padrea vuestra obra de feb, vuestro trabajo de amorc y la firmeza1 de vuestra esperanzad en2 nuestro Señor Jesucristo;

4 sabiendo, hermanos amados de Diosa, su elección de vosotrosb,

5 pues nuestro evangelio no vino a vosotros solamente en palabrasa, sino también en poder y en el Espíritu Santob y con plena convicción1c; como sabéis qué clase de personas2 demostramos ser3 entre vosotrosd por amor a vosotros.

6 Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señora, habiendo recibidob la palabrac, en medio de mucha tribulación, con el gozo del Espíritu Santod,

7 de manera que llegasteis a ser un ejemplo para todos los creyentes en Macedoniaa y en Acayab.

8 Porque saliendo de vosotros, la palabra del Señora ha resonadob, no solo en Macedoniac y Acayad, sino que también por todas partes vuestra fe en1 Dios se ha divulgadoe, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada.

9 Pues ellos mismos cuentan acerca de nosotros, de la acogida1 que tuvimos por parte de2 vosotrosa, y de cómo os convertisteis de los ídolosb a Diosc para servir al Dios vivo y verdaderod,

10 y esperar de los cielos a su Hijoa, al cual resucitó de entre los muertosb, es decir, a Jesús, quien nos librac de la ira veniderad.

Capitulo 2

Comportamiento de Pablo como ministro de Jesucristo

Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita1 a vosotrosa no fue en vanob,

2 sino que después de haber sufrido y sido maltratadosa en Filiposb, como sabéis, tuvimos el valor, confiados en nuestro Dios, de hablarosc el evangelio de Diosd en medio de mucha oposición1e.

3 Pues nuestra exhortacióna no procede de errorb ni de impurezac ni es con engañod;

4 sino que así como hemos sido aprobados por Diosa para que se nos confiara el evangeliob, así hablamos, no como agradando a los hombres, sino a Diosc que examina1 nuestros corazonesd.

5 Porque como sabéis, nunca fuimos1 a vosotros con palabras lisonjeras, ni con pretexto para lucrara, Dios es testigob,

6 ni buscando gloria de los hombresa, ni de vosotros ni de otros, aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido imponer nuestra autoridad1b.

7 Más bien demostramos ser1 benignos2a entre3 vosotros, como una madre que cría con ternura a sus propios hijosb.

8 Teniendo así un gran afecto por vosotros, nos hemos complacido en impartirosa no solo el evangelio de Diosb, sino también nuestras propias vidas1, pues llegasteis a sernos muy amados.

9 Porque recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigasa, cómo, trabajando de día y de nocheb para no ser cargac a ninguno de vosotros, os proclamamos el evangelio de Diosd.

10 Vosotros sois testigos, y también Diosa, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos1 con vosotrosb los creyentes;

11 así como sabéis de qué manera os exhortábamosa, alentábamos e implorábamos1 a cada uno de vosotrosb, como un padre lo haría con sus propios hijosc,

12 para que anduvierais como es dignoa del Dios que os ha llamado1 a su reinob y a su gloriac.

Pablo da gracias por los tesalonicenses

13 Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Diosa de que cuando recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Diosb, la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Diosc, la cual también hace su obrad en vosotros los que creéis.

14 Pues vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadoresa de las iglesias de Dios en Cristo Jesúsb que están en Judeac, porque también vosotros padecisteis los mismos sufrimientos a manos de vuestros propios compatriotasd, tal como ellos padecieron a manos de los judíose,

15 los cuales mataron tanto al Señor Jesúsa como a los profetasb, y nos expulsaron1, y no agradan a Dios sino que2 son contrarios a todos los hombres,

16 impidiéndonos1 hablar a los gentilesa para que se salvenb, con el resultado de que siempre llenan la medida de sus pecadosc. Pero la irad ha venido sobre ellos hasta el extremo2.

17 Pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por breve tiempo1, en persona2 pero no en espíritu3a, estábamos muy ansiosos, con profundo deseo de ver vuestro rostrob.

18 Ya que queríamos ir a vosotrosa (al menos yo, Pablo, más de una vez1b) pero Satanásc nos lo ha impedidod.

19 Porque ¿quién es nuestra esperanza o gozo o corona de gloriaa? ¿No lo sois vosotros en la presencia de nuestro Señor Jesús en su venida1b?

20 Pues vosotros sois nuestra gloriaa y nuestro gozo.

Capitulo 3

Interés de Pablo por sus hijos en la fe

Por lo cual, no pudiendo soportarlo mása, pensamos que era mejor quedarnos solos en Atenasb,

2 y enviamos a Timoteoa, nuestro hermano y colaborador de Dios1 en el evangelio de Cristo, para fortaleceros y alentaros respecto a vuestra fe;

3 a fin de que nadie se inquiete1 por causa de estas aflicciones, porque vosotros mismos sabéis que para esto hemos sido destinadosa.

4 Porque en verdad, cuando estábamos con vosotros os predecíamos que íbamos a sufrir aflicción, y así1 ha acontecidoa, como2 sabéis.

5 Por eso también yo, cuando ya no pude soportar mása, envié para informarme de1 vuestra feb, por temor a que el tentador os hubiera tentadoc y que nuestro trabajo resultara en vanod.

6 Pero ahora Timoteo ha regresado1a de vosotros a nosotros, y nos ha traído buenas noticias de vuestra fe y amorb y de que siempre tenéis buen recuerdo de nosotrosc, añorando vernos, como también nosotros a vosotros;

7 por eso, hermanos, en toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados respecto a vosotros por medio de vuestra fe;

8 porque ahora sí que vivimos, si vosotros estáis firmesa en el Señor.

9 Pues ¿qué acción de gracias podemos dar a Dios por vosotrosa, por todo el gozo con que nos regocijamos delante de nuestro Dios a causa de vosotros,

10 según oramos intensamente de noche y de díaa que podamos ver vuestro rostrob y que completemos lo que faltac a vuestra fe?

Exhortación a la santidad

11 Ahora, pues, que el mismo Diosa y Padre nuestro, y Jesús nuestro Señorb, dirijan nuestro caminoc a vosotros;

12 y que el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otrosa, y para con todos, como también nosotros lo hacemos para con vosotros;

13 a fin de que Él afirme vuestros corazonesa irreprensibles en santidadb delante de nuestro Dios y Padrec, en la venida1 de nuestro Señor Jesúsd con todos sus santose.

Capitulo 4

Por lo demás, hermanosa, os rogamos, pues, y os exhortamosb en el Señor Jesús, que como habéis recibido de nosotros instrucciones acerca de la manera en que debéis andar1c y agradard a Dios (como de hecho ya andáis), así abundéis en ello más y máse.

2 Pues sabéis qué preceptos os dimos por autoridad del1 Señor Jesús.

3 Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; es decir, que os abstengáis de inmoralidad sexual1a;

4 que cada uno de vosotrosa sepa cómo poseer1 su propio vaso2b en santificación y honorc,

5 no en pasión de concupiscenciaa, como los gentiles que no conocen a Diosb;

y que nadie peque y defraudea a su hermano en este asuntob, porque el Señor es el vengador en todas estas cosasc, como también antes os lo dijimos y advertimos solemnemented.

7 Porque Dios no nos ha llamadoa a impurezab, sino a1 santificación.

8 Por consiguiente, el que rechaza esto no rechaza a hombre, sino al Dios que os da su Espíritu Santoa.

9 Mas en cuanto al amor fraternala, no tenéis necesidad de que nadie os escribab, porque vosotros mismos habéis sido enseñados por Dios a amaros unos a otrosc;

10 porque en verdad lo practicáisa con todos los hermanos que están en toda Macedonia. Pero os instamos, hermanos, a que abundéis en ello más y másb,

11 y a que tengáis por vuestra ambición el llevar una vida tranquilaa, y os ocupéis en vuestros propios asuntos1b y trabajéis con vuestras manosc, tal como os hemos mandado;

12 a fin de que os conduzcáis1a honradamente para con los de afuerab, y no tengáis necesidad de nadac.

La venida del Señor

13 Pero no queremos, hermanos, que ignoréisa acerca de los que duermen1b, para que no os entristezcáis como lo hacen los demásc que no tienen esperanzad.

14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitóa, así también Dios traerá con Él a los que durmieron1 en2 Jesúsb.

15 Por lo cual os decimos esto por la palabra del Señora: que nosotros los que estemos vivosb y que permanezcamos hasta la venida del Señorc, no precederemos a los que durmieron1d.

16 Pues el Señor mismoa descenderá del cielob con voz1c de mando, con voz de arcángeld y con la trompeta de Diose, y los muertos en Cristo se levantarán primerof.

17 Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamosa, seremos arrebatadosb juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el airec, y así estaremos con el Señord siempre.

18 Por tanto, confortaos1 unos a otros con estas palabras.

Leer más



Un servicio de Software Bíblico Logos