De modo que, amados míos, así como habéis obedecido siempre -no sólo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia-, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es el que produce en vosotros tanto el querer como el hacer, para cumplir su buena voluntad.
Philippians 2:12–13