Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar no existía más.
Y vi que descendía del cielo, de Dios, la ciudad santa: Una nueva Jerusalem, dispuesta como una esposa ataviada para su esposo.
Y oí una gran voz procedente del trono, que decía: He aquí el Tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos, y ellos serán pueblos suyos, y Dios mismo estará con ellos.
Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no existirá
Revelation 21:1–4