Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
cuando dices: «¡Vuélvanse al polvo, mortales!»
Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó;
son como unas cuantas horas de la noche.
Arrasas a los mortales. Son como un sueño.
Nacen por la mañana, como la hierba
que al amanecer brota lozana
y por la noche ya está marchita y seca.
Tu ira en verdad nos consume,
tu indignación nos aterra.
Ante ti has puesto...
Psalm 90:3–12