Poco después Jesús, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud, se dirigió a un pueblo llamado Naín. Cuando ya se acercaba a las puertas del pueblo, vio que sacaban de allí a un muerto, hijo único de madre viuda. La acompañaba un grupo grande de la población. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo:
—No llores.
Entonces se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron, y Jesús dijo:
—Joven, ¡te ordeno que te levantes!
El muerto se incorporó y...
Luke 7:11–15