Tuvo hambre y quiso algo de comer. Mientras se lo preparaban, le sobrevino un éxtasis. Vio el cielo abierto y algo parecido a una gran sábana que, suspendida por las cuatro puntas, descendía hacia la tierra. En ella había toda clase de cuadrúpedos, como también reptiles y aves.
—Levántate, Pedro; mata y come—le dijo una voz.
—¡De ninguna manera, Señor!—replicó Pedro—. Jamás he comido nada impuro o inmundo.
Por segunda vez le insistió la voz:
—Lo que Dios ha purificado, tú no lo...
Acts 10:10–15