Pero con respecto al Hijo dice:
«Tu trono, oh Dios, permanece por los siglos de los siglos,
y el cetro de tu reino es un cetro de justicia.
Has amado la justicia y odiado la maldad;
por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con aceite de alegría,
exaltándote por encima de tus compañeros.»
Hebrews 1:8–9