«Detesto y aborrezco sus fiestas religiosas;
no me agradan sus cultos solemnes.
Aunque me traigan holocaustos y ofrendas de cereal,
no los aceptaré,
ni prestaré atención
a los sacrificios de comunión de novillos cebados.
Aleja de mí el bullicio de tus canciones;
no quiero oír la música de tus cítaras.
¡Pero que fluya el derecho como las aguas,
y la justicia como arroyo inagotable!
Amos 5:21–24