Cargando…

Hechos de los Apóstoles 10:9–29

La visión de Pedro

9 Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedroa subió a la azoteab a orar como al mediodíac.

10 Tuvo hambre y deseaba comer; pero mientras le preparaban algo de comer, le sobrevino un éxtasisa.

11 Vio* el cielo abiertoa y un objeto1 semejante a un gran lienzo que descendía, bajado a la tierra por las cuatro puntas.

12 Había en él toda clase de cuadrúpedos y reptiles de la tierra, y aves del cielo.

13 Y oyó una voz1: «Levántate, Pedro, mata2 y come»

14 Pero Pedro dijo: «De ninguna manera, Señora, porque yo jamás he comido nada impuro1 o inmundob»

15 De nuevo, por segunda vez, llegó a él una voz: «Lo que Dios ha limpiadoa, no lo llames tú impuro1»

16 Esto sucedió tres veces, e inmediatamente el lienzo1 fue recogido al cielo.

Los mensajeros de Cornelio

17 Mientras Pedro estaba perplejo pensando en lo que significaría la visióna que había visto, en ese momento los hombres que habían sido enviados por Corneliob, después de haber preguntado por la casa de Simón, se aparecieron a la puerta.

18 Y llamando, preguntaron si allí se hospedaba Simón, el que también se llamaba Pedro.

19 Mientras Pedro meditaba sobre la visióna, el Espíritu le dijob: «Mira, tres hombres te buscan.

20 »Levántate, pues, desciende y no dudesa en acompañarlos, porque Yo los he enviado»

21 Pedro descendió a donde estaban los hombres, y les dijo: «Yo soy el que buscan; ¿cuál es la causa por la que han venido?»

22 Y ellos dijeron: «A Cornelio el centurión1, un hombre justo y temeroso de Dios, y que es muy estimado por toda la nación de los judíosa, le fue ordenadob por un santo ángelc que hiciera venir a usted a su casa para oír sus palabrasd»

23 Entonces Pedro los invitó a entrar y los hospedó.

Al día siguiente se levantó y fue con ellos, y algunos de los hermanosa de Jopeb lo acompañaronc.

Pedro en casa de Cornelio

24 Al otro día entró en Cesareaa. Cornelio los estaba esperando y había reunido a sus parientes y amigos íntimos.

25 Cuando Pedro iba a entrar, Cornelio salió a recibirlo, y postrándose a sus pies, lo adoróa.

26 Pero Pedro lo levantó, diciendo: «Ponte de pie; yo también soy hombrea»

27 Conversando con él, entró y halló* mucha gente reunidaa.

28 Entonces Pedro les dijo: «Ustedes saben que no es lícito para un judío asociarse con un extranjero o visitarloa, pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre debo llamar impuro1 o inmundob.

29 »Por eso, cuando mandaron a buscarme, vine sin poner ninguna objeción. Pregunto, pues, ¿por qué causa me han llamado?»

Leer más



Un servicio de Software Bíblico Logos