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Salmo 32:3–7

¶3 Mientras callé mi pecadoa, mi cuerpo1 se consumiób

con mi gemir2 durante todo el díac.

4 Porque día y noche tu mano pesaba sobre mía;

mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano1b.

(Selah2)

5 Te manifesté mi pecadoa,

y no encubrí mi iniquidadb.

Dije: Confesaré mis transgresiones al Señorc;

y tú perdonaste la culpa1 de mi pecadod.

(Selah)

6 Por eso, que todo santo ore a ti en el tiempo en que puedas ser hallado1a;

ciertamente, en la inundación de muchas aguas, no llegarán estas a élb.

7 Tú eres mi escondedero1a; de la angustia me preservarásb;

con cánticos2 de liberación me rodearásc.

(Selah)

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